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Arquitectos: Borja Gómez, Roberto Lebrero
- Área: 214 m²
- Año: 2020
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Fotografías:Imagen Subliminal
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Proveedores: Covert, JUNG, Keraben, Neff, Piedra de Campaspero, Roca, Thermochip, Uniform, Velux
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Situado en un valle de Pinares, Frumales es una pequeña localidad de la provincia de Segovia. Su núcleo urbano, rodeado de laderas y cultivos, es una amalgama de construcciones residenciales y agrícolas de diferentes épocas y facturas con predominio de muros de mampostería y cubiertas de teja. El emplazamiento, colindante con el arroyo, es la suma de tres parcelas deformadas por sucesivas segregaciones y colmatadas de construcciones en diferentes estados de ruina.
El proyecto reconoce el lugar y el valor del material existente. Técnicas constructivas locales conviven con sistemas tradicionales implementados que remiten a la tradición vernácula. Una retícula estructural de hormigón define la cota de apoyo, y sobre esta el cascarón ligero de cubierta define geometría, volumen, y materialidad del espacio doméstico. La fachada multicapa que envuelve toda la casa recupera la piedra caliza de las construcciones originales para todo el perímetro exterior. Se presta especial cuidado en la recuperación y reutilización de las piezas talladas que conforman jambas, dinteles, alfeizares y esquinas en posiciones equivalentes. El trabajo artesanal del maestro cantero en la búsqueda, manipulación y recolocación de cada uno de los fragmentos configura el puzle pétreo de fachada. El interior es una estructura flexible matizada por el programa. Una franja de servicios junto con un pequeño patio de acceso aísla la vivienda de la calle. La sección se acota en las habitaciones introduciendo un sobrado segoviano, y los huecos, estratégicamente ubicados, enmarcan las vistas y configuran un interior dinámico con múltiples orientaciones y matices de luz. La secuencia espacial que proporcionan patio, porche y jardín permite tejer interior con exterior creando espacios intermedios, ámbitos protegidos al aire libre, que dotan al conjunto de vistas cruzadas, transparencias y reflejos.
Frente a la dureza climática de la meseta castellana se disponen estrategias climáticas activas y pasivas que permiten lograr una calificación energética A, minimizando el consumo en energético al máximo y proporcionando un confort térmico óptimo en el interior. La vivienda se recubre con un aislamiento generoso, eliminando los puentes térmicos y conformando unos cerramientos de gran inercia que aprovechan la oscilación térmica entre día y noche. La altura de techo junto con la disposición de huecos facilita la ventilación cruzada o el efecto chimenea según la estación, mientras que un hogar central produce y distribuye calor a toda la vivienda durante los meses fríos.